El 20 de diciembre de 2012, el papa Benedicto XVI autorizo a la Congregación para la causa de los santos promulgar el decreto reconociendo las “virtudes heroicas” de Pablo VI, quien fue papa de 1963 a 1978. Solo faltaría entonces un milagro reconocido y realizado por intercesión de Pablo VI para que sea beatificado. El postulador de la causa, P. Antonio Marrazzo, hubiera ya de antemano elegido el milagro que piensa presentar a la comisión medica, saber la curación de un niño a quien se le había diagnosticado graves malformaciones antes de nacer. Así según el vaticanista de La Stampa, Andrea Tornielli, esta beatificación podría tener lugar durante el año 2013.
Pablo VI es el Papa que ha terminado al Concilio Vaticano II, abierto por su predecesor, Jean XXIII. Durante su pontificado fue elaborado el Novus Ordo Missae. Sobre el Vaticano II, no dudó escribir al arzobispo Marcel Lefebvre en 1976: «el Concilio Vaticano II no tiene menos autoridad, aun es en algunos aspectos aún más importantes que el Concilio de Nicea”.
Mons. Lefebvre quien fue golpeado por el suspensión a divinis durante su pontificado, ha expuesto a los seminaristas de Ecône el juicio que tenía sobre Pablo VI, durante las conferencias que les dio sobre los “Actos del Magisterio”, y que suministra el material para varios capítulos de su libro “Le destronaron” (editado en 1987 – en español en 2002), y sobre todo “Yo el acusado tendría que juzgaros”. El capítulo XXXI de “Le destronaron”-Pablo VI papa Liberal-, permite conocer exactamente lo que el fundador de la Sociedad de San Pío X podría haber dicho al anuncio de la próxima beatificación. Hemos introducido en este capítulo títulos en forma de preguntas, para mejor relacionar las articulaciones del análisis de Mons. Lefebvre.
PABLO VI, PAPA LIBERAL
(CAPITULO XXXI de “Le destronaron” de Monseñor Marcel lefebvre: edición Voz en el desierto, México, 2002, pág. 257-264)
¿Cómo será juzgado Pablo VI por la Iglesia?
Os preguntasteis quizás ¿cómo es posible que haya triunfado el liberalismo a través de los papas Juan XXIII y Pablo VI, y mediante el concilio Vaticano II? ¿Esta catástrofe e conciliable con las promesas hechas por Nuestro Señor a Pedro y a su Iglesia: “Las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella” (Mat. 16, 18); “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mat. 28,20)? Creo que no hay contradicción. Efectivamente, en la medida en que esos Papas y el Concilio han descuidado o rehusado usar de la infalibilidad y utilizar ese carisma que les es asegurado por el Espíritu Santo siempre y cuando lo quieran usar, han podido cometer errores doctrinales o con mayor razón dejar penetrar al enemigo en la Iglesia gracias a su negligencia o complicidad. ¡En qué grado fueron cómplices? ¿De qué faltas fueron culpables? ¿En qué medida su función misma queda cuestionada?
Es evidente que un día la Iglesia juzgará ese concilio, juzgará a esos Papas, es necesario. Y en especial ¿cómo será juzgado el papa Pablo VI? Algunos afirman que fue hereje, cismático y apóstata; otros creen poder demostrar que Pablo VI no podía tener en vista el bien de la Iglesia y que en consecuencia no fue papa: es la tesis de la Sede Vacante. No niego que esas opiniones tengan algunos argumentos a su favor. Quizás en treinta años se descubrirán cosas que estaban ocultas o se verán mejor elementos que deberían haber sido evidentes para los contemporáneos, afirmaciones de este Papa absolutamente contrarias a la tradición de la Iglesia etc… Puede ser. No creo sin embargo que sea necesario recurrir a esas explicaciones; pienso incluso que es un error seguir esas hipótesis.
Otros piensan, de manera simplista, que hubo entonces dos Papas: uno, el verdadero, era prisionero en los sótanos del Vaticano, mientras que el otro, el impostor, el sosía, ocupaba el trono de San Pedro, para desgracia de la Iglesia. ¡Han aparecido libros sobre los dos Papas, apoyados sobre revelaciones de una persona poseída del demonio y sobre argumentos supuestamente científicos, que aseguran, por ejemplo, que la voz del sosía no es la del verdadero Pablo VI!
Otros, finalmente piensan que Pablo VI no fue responsable de sus actos, siendo prisionero de su entorno, incluso drogado, lo que estaría corroborado por varios testimonios que muestran un Papa físicamente agotado, al cual era necesario sostener, etc… Solución también demasiado simple para mi manera de ver, pues entonces, no tendríamos más que esperar un próximo Papa. Ahora bien, tuvimos otro Papa (no hablo de Juan Pablo I que reinó sólo un mes), Juan Pablo II, que ha proseguido invariablemente la línea trazada por Pablo VI.
¿Cómo Ud. Monseñor Lefebvre explica el pontificado de Pablo VI?
La verdadera solución me parece que es otra, mucho más compleja, penosa y dolorosa. La clave nos la da un amigo de Pablo VI, el Card. Daniélou. En sus memorias publicadas por un miembro de su familia, el cardenal dice explícitamente “Es evidente que Pablo VI es un Papa liberal.”
Y es la solución que parece históricamente más verosímil: porque ese Papa es como un fruto del liberalismo, toda su vida ha estado impregnada por la influencia de hombres que lo rodeaban o que tomó por maestros, y que eran liberales.
No ocultó sus simpatías liberales: en el Concilio, los hombres que nombró moderadores en lugar de los presidentes designados por Juan XXIII, esos cuatro moderadores fueron, con el Card. Agagianian, cardenal de Curia sin personalidad, los cardenales Lercaro, Suenens y Döpfner, los tres liberales y amigos personales. Los presidentes fueron relegados a la mesa de honor y fueron los tres moderadores quienes dirigieron los debates del Concilio. De igual manera, Pablo VI sostuvo durante todo el Concilio la facción liberal que se oponía a la tradición de la Iglesia. Eso es conocido. Pablo VI ha repetido –os lo he citado ya- al fin del Concilio las palabras de Lamennais textualmente: “La Iglesia no pide más que la libertad”, ¡doctrina condenada por Gregorio XVI y Pío IX!
Es innegable que Pablo VI estuvo fuertemente marcado por el liberalismo. Eso explica la evolución histórica vivida por la Iglesia en estas últimas décadas, y caracteriza muy bien el comportamiento personal de Pablo VI. El liberal, como vimos, es un hombre que vive perpetuamente en la contradicción: afirma los principios pero hace lo contrario, vive perpetuamente en la incoherencia.
¿Cómo define Ud. Un liberal?
Como veis, el liberal es un espíritu paradójico y confuso, angustiado y contradictorio. Así fue Pablo VI. Louis Salleron lo explica muy bien cuando describe el rostro de Pablo VI. Dice: “tiene doble faz”. No habla de duplicidad pues ese término expresa una intención perversa de engañar que no era la de Pablo VI. ¡No, es un personaje doble, cuya cara contrariada expresa la dualidad: ya tradicional en palabras, ya modernista en sus actos; ya católico en sus premisas y principios, ya progresista en sus conclusiones; no condenando lo que debería condenar y condenando lo que debería conservar!
Ahora bien, por esta debilidad psicológica este Papa ofreció una ocasión soñada y una oportunidad considerable a los enemigos de la Iglesia de servirse de él. Guardando siempre una cara (o media cara, como se quiera) católica, no dudó en contradecir la tradición, se mostró favorable al cambio, bautizando mutación y progreso e yendo así en el mismo sentido de los enemigos de la Iglesia que lo alentaron.
¿No se vio acaso un día en los años 76’ los Izvestia, órgano del partido comunista, reclamar a Pablo VI en nombre del Vaticano II mi condenación y la de Ecône?
¡Igualmente, el diario comunista italiano L’Unita expresó una solicitud similar reservando una página entera cuando pronuncié mi sermón en Lille el 29 de agosto de 1976, pues era furioso por mis ataques contra el comunismo! “Tomad conciencia –decía dirigiéndose a Pablo VI- tomad conciencia del peligro que representa Lefebvre y continuad el magnífico movimiento de acercamiento, comenzado con el ecumenismo del Vaticano II”. Es un poco molesto tener amigos como esos ¿no les parece? Triste ilustración de una regla que ya hemos destacado: el liberalismo lleva de la transacción a la traición.
¿Qué deben hacer sacerdotes y fieles apegados a la Tradición frente a un papa liberal?
La psicología de un papa liberal es fácilmente concebible, ¡pero difícil de soportar! Nos pone, en efecto, en una situación muy delicada en relación a tal jefe, sea Pablo VI, sea Juan Pablo II… En la Práctica, nuestra actitud debe fundarse en un discernimiento previo, necesario para la circunstancia extraordinaria que significa un papa ganado por el liberalismo. He aquí ese discernimiento: cuando el Papa dice algo que es conforme a la tradición, le seguimos; cuándo dice algo contrario a nuestra fe, o cuando alienta, o deja hacer algo que daña a nuestra fe, entonces ¡no podemos seguirle! Y esto por la razón fundamental de que la Iglesia, el papa, la jerarquía están al servicio de la fe. No son ellos quienes hacen la fe; deben servirla. La fe no se hace, es inmutable, se transmite.
Por tal causa no podemos seguir los actos de estos Papas hechos con el fin de confirmar una acción que va contra la tradición: ¡Sería colaborar con la auto-demolición de la Iglesia y con la destrucción de nuestra fe!.
Queda claro que lo que se nos pide sin cesar: entera sumisión al papa, entera sumisión al Concilio, aceptación de toda la reforma litúrgica, va en un sentido contrario a la tradición, en la medida en que el papa, el Concilio y las reformas nos alejan de la tradición, como los hechos lo prueban más y más a través de los años. Pedirnos eso, es pedirnos colaborar con la desaparición de la fe. ¡Imposible! Los mártires han muerto por defender la fe ¡Tenemos los ejemplos de cristianos prisioneros, torturados, enviados a campos de concentración por su fe! Un grano de incienso ofrecido a la divinidad, y ya está, habrían salvado sus vidas. Me han aconsejado a veces: “¡Firmad, firmad que aceptáis todo y luego continuad como antes!” ¡No! ¡No se juega con la fe!.
Revista dici n°269 del 1° de febrero de 2013 –http://www.dici.org/documents/paul-vi-peut-il-etre-beatifie/
Traducción del P. Gardere.